Entre Dios y el diablo by Tatiana Lobo

Entre Dios y el diablo by Tatiana Lobo

autor:Tatiana Lobo [W., Tatiana Lobo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónicas costarricenses, Mujeres en Costa Rica, Historia, Literatura costarricense
ISBN: 9789968684989
editor: Editorial Costa Rica
publicado: 2015-03-20T06:00:00+00:00


Nicolasa Vargas

Los malos tratos,

1737

La mujer agredida ha sido tema de ayer y de hoy. Esperamos que no para siempre. Hay muchos casos, en el Archivo de la Curia, en los que las casadas piden el “divorcio” o “apartamiento”, lo cual viene a ser, simplemente, la separación. La Iglesia no anulaba un matrimonio por castigo corporal o daño sicológico. Solía hacerlo por otras causas, como por ejemplo, la unión sexualmente no consumada, o cuando la mujer era hija ilegítima y no lo había confesado antes de casarse. Así las cosas, a Nicolasa Vargas le costó mucho esfuerzo y maña conseguir que el vicario de Cartago accediera a otorgarle el derecho de vivir separada de su marido, por los malos tratos que este le daba. Nicolasa era pobre, pero española, y la Iglesia ponía especial cuidado en el control del matrimonio cuando los cónyuges eran españoles. Quien ayudó a Nicolasa en la lucha por su vida y la de su pequeño hijo fue el Diablo, puesto, por esta vez, en el papel de bienhechor y protector de los débiles.

De la trágica convivencia de Nicolasa con su marido, José de Céspedes, nos hemos enterado por ella misma cuando le describió al vicario de Cartago las desdichas y terrores que pasó con su marido. Al comienzo fue un noviazgo lleno de promesas y ternuras:

habiendo sido solicitada con muchas instancias amorosas y promesas de vivir como Dios manda.

Pero, una vez casada, la situación cambió radicalmente.

Céspedes transformó sus promesas de cariño en apasionados rigores y desaires contra mí, sin saber yo la causa que para ello tenía. Antes sí, procurando [yo] reducir sus temeridades a los actos de la paciencia y prudencia, solicitando, con mi personal servicio y continuo agrado, reducirlo a vivir como buenos cristianos.

Fueron inútiles los esfuerzos de Nicolasa Vargas:

Mis cariños lo incitaron a mayores agravios, llegando al extremo de haber sacado su cuchillo para matarme, del que me defendí habiendo hecho fuga y escondiéndome en un solar toda la noche.

Después de atentar contra la vida de su mujer, Céspedes la abandonó y se fue a vivir con su madre. Nicolasa estuvo tres meses separada de su marido. En este tiempo de soledad, durante el cual debió haber pasado muchas estrecheces económicas, su fantasía le hizo creer que las cosas tenían arreglo y acudió a la Iglesia para que esta interviniera, hiciera regresar a Céspedes y lo convenciera de que debía vivir “como Dios manda”, en paz con su mujer y su hijo. El vicario convenció a José y este regresó donde Nicolasa... por tres días. Y se fue para Nicaragua donde encontró (o tenía) otra mujer. Cuando regresó a Cartago, el vicario lo buscó y lo obligó a volver con Nicolasa. El resultado no pudo ser más desastroso, según lo cuenta ella misma:

Lo que resultó ha sido haberse declarado conmigo el directo ánimo que tiene de quitarme la vida diciéndome, muchas veces, que él me quitará la gana de marido... Como también diciéndome, por diferentes ocasiones, que tiene su concubina en la otra provincia, que es a esa a quien le debe servir, mantener y dar gusto.



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